Bajo un cielo que refleja el mismo azul profundo de sus aguas, los Lagos de Covadonga se alzan como dos espejos líquidos en el corazón de los Picos de Europa. A más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, estos lagos glaciares -Enol y Ercina- representan una de las maravillas naturales más impresionantes de España, donde el tiempo parece detenerse entre montañas majestuosas y praderas donde pastan tranquilamente vacas asturianas de razas autóctonas.
El secreto mejor guardado de la España verde
Formados hace miles de años por el deshielo de antiguos glaciares, los Lagos de Covadonga brillan como joyas azules engastadas en el primer Parque Nacional de los Picos de Europa. La luz cambiante del día transforma sus aguas, pasando del turquesa brillante al azul cobalto, creando un espectáculo visual que cautiva incluso a los viajeros más experimentados.
«Quien no ha visto el amanecer sobre los Lagos de Covadonga, no conoce la verdadera alma de Asturias. Es como si el cielo y la tierra se fundieran en un abrazo eterno», comenta María Álvarez, guía local con 30 años de experiencia.
Entre leyendas e historia: El espíritu de la Reconquista
La magia de estos lagos va más allá de su belleza natural. A pocos kilómetros se encuentra el Santuario de Covadonga, cuna simbólica de la Reconquista española. Según cuenta la leyenda, fue aquí donde Don Pelayo, refugiado en la Santa Cueva, derrotó a las tropas musulmanas en el año 722, iniciando así la recuperación de los territorios peninsulares.
Esta combinación de historia y naturaleza convierte la visita en una experiencia que trasciende lo meramente paisajístico, similar a la grandiosidad que evoca La Sagrada Familia en Barcelona pero en un contexto natural único.
Un ecosistema alpino preservado en el tiempo
El entorno de los lagos alberga un ecosistema único donde conviven más de 1.500 especies vegetales y animales como el rebeco cantábrico, el urogallo y el lobo ibérico. Durante el recorrido, es común encontrarse con pastores locales que mantienen vivas tradiciones centenarias, incluyendo la elaboración del famoso queso Gamoneu en las majadas cercanas.
La experiencia del viajero: Entre paseos y reflejos
Los senderos que rodean ambos lagos ofrecen rutas accesibles para todos los niveles. El circuito del Lago Enol, de apenas 3 kilómetros, permite contemplar panorámicas espectaculares, mientras que la ruta entre ambos lagos revela rincones escondidos donde la naturaleza se muestra en estado puro.
«Visité los Lagos de Covadonga en otoño y quedé maravillado por el contraste entre las montañas nevadas y los tonos dorados de los bosques reflejados en el agua. Es un lugar que parece sacado de un cuento», relata James Morrison, fotógrafo de National Geographic.
Consejos prácticos para una visita inolvidable
Para disfrutar plenamente de esta maravilla natural, conviene saber que en temporada alta (junio a octubre) el acceso en vehículo particular está restringido. Un sistema de autobuses lanzadera desde Cangas de Onís facilita la visita, preservando así este entorno frágil de la masificación turística.
La experiencia de los Lagos de Covadonga recuerda a otros tesoros naturales europeos como los Lagos de Plitvice en Croacia, aunque con un encanto cantábrico inimitable.
Un paisaje que cambia con las estaciones
Cada estación transforma radicalmente el paisaje: los verdes intensos de primavera, el azul profundo del verano, los ocres otoñales o el blanco inmaculado del invierno. El clima cambiante de la montaña puede traer niebla repentina, creando atmósferas místicas que evocan el aura de La Alhambra de Granada pero en un entorno natural salvaje.
Visitar los Lagos de Covadonga es sumergirse en una experiencia sensorial completa donde el silencio solo es interrumpido por el tintineo de los cencerros del ganado y el susurro del viento entre las montañas. Es un lugar donde la naturaleza exhibe su grandeza con la misma majestuosidad que Playa de las Catedrales en Galicia muestra sus formaciones rocosas, pero con la solemnidad eterna de las montañas.
Al abandonar este paraíso natural, llevarás contigo no solo fotografías, sino la memoria indeleble de haber conectado con uno de los paisajes más puros de Europa, donde agua, roca y cielo danzan en perfecta armonía desde hace milenios, invitándote a regresar una y otra vez para descubrir nuevos matices en su belleza inmutable.