Este pueblo medieval colgado sobre acantilados dorados atrae 1.5 millones de visitantes con solo 319 habitantes (el balcón secreto de la Provenza donde el arte cobra vida en canteras abandonadas)

En un acantilado de piedra caliza dorada, bajo el sol radiante de la Provenza, se esconde un pueblo que parece detenido en el tiempo. Les Baux-de-Provence, con apenas 22 hectáreas y 319 habitantes, atrae a más de 1.5 millones de visitantes anuales que vienen a descubrir lo que los locales llaman «el balcón de la Provenza». Este tesoro medieval no es solo un destino turístico; es una experiencia sensorial que transporta a los viajeros a través de siglos de historia, arte y gastronomía.

Un castillo en ruinas que susurra historias de caballeros

El Château des Baux-de-Provence domina el paisaje desde lo alto como un gigante de piedra herido por el tiempo. Sus murallas desmoronadas y torres fantasmales cuentan la historia de los señores feudales que dominaron esta región desde el siglo X. «Estas piedras han visto más batallas, romances y traiciones que cualquier serie de televisión moderna», comenta Marie Lefèvre, historiadora local.

La magia subterránea que revolucionó el arte inmersivo

En las entrañas de la montaña se esconde el verdadero tesoro contemporáneo de Les Baux: las Carrières de Lumières. Estas antiguas canteras abandonadas se han transformado en el museo de arte digital más impresionante de Europa, donde obras maestras de Van Gogh, Picasso y Klimt cobran vida en paredes de 14 metros de altura.

Cuando proyectamos a Monet en estas paredes de piedra caliza, es como si el impresionismo hubiera encontrado su verdadero lienzo. La luz baila con la roca de una manera que ninguna galería convencional podría replicar.

El secreto mejor guardado: aceite de oliva con denominación protegida

Mientras algunos monumentos cambian de color con la luz del día, aquí el oro líquido de la Provenza mantiene su brillo constante. Los olivares que rodean Les Baux producen el único aceite de oliva francés con denominación de origen protegida. Su sabor, descrito como «mantequilla verde con notas de almendra», ha conquistado a chefs de todo el mundo.

Una leyenda medieval que sigue viva

La familia Des Baux, que dio nombre al pueblo, afirmaba descender de Baltasar, uno de los Reyes Magos. Según cuentan, llevaban una estrella de 16 puntas en su escudo familiar como prueba de su linaje. Esta estrella, visible en esculturas por todo el pueblo, sigue siendo el símbolo de esperanza y guía para los habitantes locales, similar a aquellos jinetes legendarios que despertaban la magia en otros pueblos europeos.

El festival de solsticios: rituales paganos en tierra cristiana

Dos veces al año, durante los solsticios, el pueblo celebra festivales que mezclan tradiciones cristianas con rituales paganos. Hogueras, danzas y canciones en provenzal antiguo convierten las calles empedradas en escenarios de celebración, recordándonos que al igual que los antiguos templos egipcios, algunas tradiciones sobreviven milenios.

La ruta geológica: fósiles de 120 millones de años

Las formaciones rocosas de los Alpilles esconden tesoros paleontológicos que pocos visitantes descubren. Al igual que ciertas regiones españolas con huellas de dinosaurios, aquí los senderos revelan fósiles marinos que confirman que esta montaña fue una vez fondo oceánico.

Un oasis de tranquilidad como las playas vírgenes africanas

A pesar de su popularidad, Les Baux ofrece rincones de paz absoluta para quienes saben dónde buscar. El Valle de la Fontaine, a solo 15 minutos a pie del centro, es tan solitario como esas islas africanas donde raramente verás a otra persona. Perfecto para picnics provenzales entre cigarras y romero.

Vengo aquí desde hace 40 años, y siempre encuentro algo nuevo. Les Baux es como un libro antiguo: cada vez que lo abres, descubres un pasaje que habías pasado por alto.

Para experimentar la verdadera magia de Les Baux, visita al amanecer, cuando el sol dora las piedras y las calles están vacías de turistas. O quédate hasta el anochecer para ver cómo las estrellas iluminan el valle, igual que lo han hecho durante milenios sobre este pueblo que sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de la Provenza francesa.