Este pueblo medieval catalán conserva un puente de 900 años y un baño judío subterráneo que pocos conocen (la fortaleza de piedra que parece congelada en el siglo XII)

Un puente de piedra medieval emerge majestuoso sobre el río Fluvià, como guardián de un secreto catalán que el tiempo ha preservado intacto. Besalú, una joya amurallada de apenas 2.500 habitantes, representa uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Europa, donde cada piedra cuenta una historia de más de mil años. Este pueblo fortificado, declarado Conjunto Histórico-Artístico Nacional, transporta a los visitantes a un auténtico viaje en el tiempo por la Cataluña del siglo XII.

El puente que desafía al tiempo desde hace 900 años

La silueta inconfundible del puente románico fortificado de Besalú, con sus siete arcos majestuosos y su perfil anguloso, constituye la imagen más emblemática del pueblo. Construido en el siglo XII, este coloso de piedra servía como punto de control y cobro de peajes, defendiendo la entrada a la villa. Al cruzarlo hoy, uno no puede evitar sentir el eco de los miles de comerciantes, peregrinos y viajeros que lo han transitado durante casi un milenio.

«El puente de Besalú no es solo una estructura, es un portal entre el presente y el pasado; cada piedra cuenta historias de mercaderes, batallas y romances medievales», explica Jordi Castelló, historiador local y guía turístico.

Un laberinto medieval perfectamente conservado

Las callejuelas empedradas de Besalú invitan a perderse entre fachadas de piedra, arcadas medievales y plazas que parecen congeladas en el tiempo. Cada rincón evoca el esplendor de un pueblo que fue capital de un importante condado independiente en la Cataluña medieval. A diferencia de otros pueblos medievales tallados en roca, Besalú destaca por su arquitectura románica de piedra dorada.

El tesoro judío oculto bajo tierra

Quizás el hallazgo más extraordinario de Besalú sea su mikvé, un baño ritual judío subterráneo del siglo XII descubierto en 1964. Este rarísimo ejemplo de arquitectura hebrea medieval se encuentra entre los mejor conservados de Europa y demuestra la importancia de la comunidad judía que habitó el Call (barrio judío) hasta su expulsión en 1492.

Las aguas cristalinas que aún fluyen en este espacio sagrado conectan con una historia de convivencia y diversidad cultural que caracterizó a la Cataluña medieval, similar a la influencia árabe que encontramos en mezquitas con centenares de columnas en otras regiones españolas.

Joyas arquitectónicas entre calles de piedra

El monasterio benedictino de Sant Pere, con su impresionante ábside y cabecera trilobulada, domina el paisaje urbano de Besalú. Junto a él, la iglesia de Sant Vicenç y la Casa Cornellà representan magníficos ejemplos del románico catalán. Estos edificios milenarios coexisten armoniosamente con pequeñas tiendas de artesanía y acogedores restaurantes donde degustar la auténtica cocina catalana.

El espectáculo natural de la Garrotxa volcánica

Besalú se encuentra estratégicamente ubicado a las puertas del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, un paisaje único en la península Ibérica. Este entorno natural, con sus 38 volcanes y densos bosques de hayas, ofrece el complemento perfecto para los amantes de la naturaleza que buscan combinar historia y senderismo, similar a como las playas gallegas esconden maravillas naturales en el norte de España.

El amanecer mágico sobre piedras milenarias

La leyenda local cuenta que, al amanecer, cuando los primeros rayos de sol bañan el puente de Besalú, es posible ver momentáneamente las sombras de los antiguos guardias y comerciantes que lo transitaban. Este momento mágico, cuando la niebla matutina se levanta sobre el río Fluvià, ofrece las mejores fotografías y una conexión casi mística con el pasado medieval de la villa.

«Quien visita Besalú al amanecer, cuando las piedras se tiñen de dorado y las calles aún duermen, comprende verdaderamente la esencia eterna de este lugar», comenta María Puigdemont, fotógrafa especializada en patrimonio cultural.

Un viaje accesible al pasado medieval

A tan solo 30 kilómetros de Girona y 130 de Barcelona, Besalú representa una escapada perfecta para viajeros que buscan sumergirse en la Cataluña auténtica. Aunque no tiene las dimensiones de grandes fortalezas como la Alhambra, su tamaño manejable permite explorarlo completamente en un día, aunque lo ideal es pernoctar para disfrutar del pueblo sin las multitudes diurnas.

Al igual que ciertas playas mediterráneas celosamente protegidas, Besalú conserva su autenticidad gracias al cuidado de sus habitantes y autoridades. Caminar por sus calles empedradas al anochecer, cuando las farolas iluminan suavemente los muros de piedra milenaria, es experimentar un viaje en el tiempo que ningún viajero olvidará jamás.