Este macizo calizo de 2.650 metros esconde una «selva alpina» única en Europa (el parque nacional más antiguo de España donde los pastores llevan siglos conviviendo con la naturaleza)

Los Picos de Europa se alzan majestuosos entre tres provincias españolas como un secreto a voces para los amantes de la montaña. Este macizo calizo de 2.650 metros de altura máxima no solo representa el parque nacional más antiguo de España, sino que esconde entre sus valles y cumbres una biodiversidad sorprendente que desafía lo que esperaríamos de un paisaje alpino. Mientras que los Alpes nos reciben con coníferas, aquí nos encontramos con lo que algunos llaman «selva alpina»: un entorno donde hayas centenarias, robles robustos y acebos conviven creando un ecosistema único en Europa.

El único parque nacional habitado de España

A diferencia de otros espacios protegidos, los Picos de Europa mantienen el aliento de la vida rural tradicional en sus 11 municipios. Esta convivencia entre conservación y cultura crea una experiencia que va más allá del senderismo convencional. Aquí, el sonido de cencerros y el aroma a queso Cabrales recién elaborado te acompañan mientras exploras sus senderos.

«Nuestros abuelos ya pastoreaban estas montañas cuando nadie hablaba de parques nacionales. La simbiosis entre hombre y naturaleza es lo que hace tan especial este lugar», explica Tomás, ganadero de tercera generación en Sotres, el pueblo más alto de Asturias.

La legendaria Ruta del Cares: el desfiladero imposible

Tallada en la roca a principios del siglo XX, la Ruta del Cares serpentea durante 12 kilómetros entre paredes verticales de hasta 2.000 metros de altura. Este sendero, conocido como «La Garganta Divina», conecta los pueblos de Poncebos (Asturias) y Caín (León), ofreciendo vistas que cortan la respiración mientras el río ruge cientos de metros más abajo.

Los tres macizos: personalidades distintas

Como tres hermanos con caracteres diferentes, los macizos Occidental (Cornión), Central (Urrieles) y Oriental (Ándara) ofrecen experiencias completamente distintas. Mientras el Central presume del emblemático Naranjo de Bulnes, en el Oriental encontrarás rutas menos transitadas que te transportarán a paisajes solitarios dignos de postales medievales, lejos del bullicio turístico.

Un teleférico entre nubes: Fuente Dé

El teleférico de Fuente Dé en Cantabria te catapulta 753 metros en apenas 4 minutos, desde 1.094 hasta 1.847 metros de altitud. Esta experiencia, comparable a lo que sentirías visitando la Sagrada Familia, te deposita directamente en alta montaña sin el esfuerzo del ascenso, revelando un anfiteatro natural de cumbres calcáreas que parecen tocar el cielo.

Lagos de Covadonga: espejos del cielo

En el corazón del macizo Occidental, los lagos Enol y Ercina reflejan el azul del cielo asturiano en días despejados. Estos lagos glaciares, accesibles por carretera (con restricciones en temporada alta), son el punto de partida ideal para familias y senderistas ocasionales que buscan introducirse en la magia de los Picos.

El rebeco cantábrico: señor de las alturas

Con sus ágiles movimientos sobre precipicios imposibles, el rebeco cantábrico se ha convertido en el símbolo animal de los Picos. Observar sus siluetas recortadas contra el horizonte al amanecer es una experiencia casi mística que conecta al visitante con la esencia salvaje de estas montañas, similar a contemplar los lagos de Plitvice en Croacia.

Bulnes: el pueblo sin carretera

Hasta 2001, Bulnes era accesible únicamente a pie. Hoy, un funicular subterráneo permite llegar a este enclave de piedra donde el tiempo parece haberse detenido. Sus callejuelas estrechas y casas tradicionales ofrecen una ventana a un pasado donde la autosuficiencia y la vida en armonía con la montaña no eran elecciones, sino necesidades.

«Vivir aquí es un privilegio que exige sacrificios. Cuando nieva fuerte, seguimos dependiendo de nuestros pies y conocimiento de la montaña», comparte María, propietaria de una pequeña posada en Bulnes.

La herencia cultural de tres regiones

La confluencia de Asturias, Cantabria y Castilla y León en los Picos de Europa ha creado un crisol cultural único, comparable a La Alhambra granadina. Cada región aporta sus tradiciones, gastronomía y dialectos, enriqueciendo la experiencia del viajero que se adentra en estos valles.

Los Picos de Europa no son solo un destino para amantes del senderismo, sino un lugar donde naturaleza, historia y tradición se entrelazan creando una experiencia que despierta todos los sentidos. Aquí, entre cumbres que fueron la primera visión de Europa para navegantes que regresaban de América, descubrirás que la verdadera magia de España no siempre está en sus costas doradas, sino en estas montañas que guardan el secreto de siglos de convivencia entre el hombre y la naturaleza más salvaje.