Esta región francesa esconde pueblos de cuento que inspiraron a Disney: sus 170 km de viñedos centenarios guardan secretos medievales desde el siglo III

Alsacia deslumbra como un lienzo medieval donde la naturaleza y la arquitectura se entrelazan en perfecta armonía. Esta región francesa, cuna de una de las rutas vinícolas más antiguas de Europa, no solo cautiva con sus más de 170 kilómetros de senderos entre viñedos centenarios, sino que ofrece un viaje a través del tiempo en pueblos que parecen extraídos directamente de los cuentos de los hermanos Grimm. Cada rincón está impregnado de historia y tradición vinícola que se remonta al siglo III, cuando los romanos plantaron las primeras vides en estas tierras bendecidas por un microclima único.

Los pueblos de cuento que inspiraron a Disney

Eguisheim, con su peculiar diseño circular medieval y sus casas de entramado de madera, sirvió de inspiración para «La Bella y la Bestia». A solo 7 kilómetros de Colmar, este pueblo de calles concéntricas rebosa de balcones floridos que compiten cada año por ser los más hermosos de Francia. La magia se multiplica al amanecer, cuando los primeros rayos del sol iluminan las fachadas de colores antes de que lleguen los turistas.

«En Alsacia no cultivamos solo vides, cultivamos siglos de tradición que florecen en cada rincón, en cada ventana adornada con geranios rojos,» comenta Marie Lenoir, viticultora de quinta generación en Riquewihr.

Riquewihr: joya medieval congelada en el siglo XVI

Reconocido como uno de los pueblos más hermosos de Francia, Riquewihr parece haberse detenido en el tiempo. Sus calles empedradas y casas de colores pastel inspiraron escenarios de películas animadas de renombre mundial. Al recorrer la calle principal, el aroma a pan recién horneado se mezcla con las notas vinosas que escapan de las bodegas centenarias, creando una experiencia sensorial inolvidable que perdura en la memoria.

El secreto mejor guardado: Hunawihr entre viñedos

Alejado de los circuitos turísticos más transitados, Hunawihr esconde un encanto auténtico con su iglesia fortificada del siglo XII rodeada de viñedos escalonados. Aquí, la leyenda cuenta que Santa Huna lavaba la ropa de los leprosos en una fuente cuyas aguas tenían propiedades curativas, mientras un oso la ayudaba a transportar la colada. Este pueblo minúsculo ofrece autenticidad para quienes buscan experiencias lejos de las multitudes.

Colmar: la pequeña Venecia alsaciana

El corazón cultural de la región, Colmar sorprende con sus canales serpenteantes bordeados por casas multicolores que reflejan una fusión única de influencias francesas y germánicas. Su barrio de La Petite Venise ofrece un espectáculo visual comparable a los coloridos paisajes del Valle del Duero portugués, aunque con un carácter completamente diferente y un encanto más íntimo.

Ribeauvillé y su festival medieval con siglos de historia

Esta localidad medieval conserva sus murallas defensivas y torres que custodian viñedos premiados mundialmente. Cada septiembre, durante el Festival de los Juglares, Ribeauvillé regresa al medievo con trovadores, artesanos y mercaderes vestidos con atuendos de época, ofreciendo una inmersión histórica tan auténtica como los pueblos medievales daneses congelados en el tiempo.

«Nuestro vino cuenta historias de generaciones que han trabajado esta tierra. Cada sorbo es un capítulo de nuestra herencia,» explica Jean-Claude Becker, enólogo en Ribeauvillé desde hace 40 años.

Un espectáculo natural que cambia con las estaciones

Los viñedos alsacianos transforman el paisaje con cada estación: verdes intensos en primavera, dorados resplandecientes en otoño y blancos serenos en invierno. Esta paleta natural cambiante rivaliza con la belleza de los acantilados del Gorge du Verdon en la Provenza, ofreciendo panoramas que capturan el alma de fotógrafos y pintores por igual.

El refugio perfecto para los enamorados de las calas escondidas

Los viajeros que aprecian destinos fuera de lo común encontrarán en Alsacia una alternativa terrestre a las calas secretas de Albufeira. Aquí, los «escondites» son pequeños pueblos como Turckheim, donde cada noche un vigilante nocturno vestido de época realiza su ronda a las diez, una tradición ininterrumpida desde el siglo XVI.

Atravesar la Ruta de la Horticultura en Alsacia significa sumergirse en un mundo donde cada curva del camino revela un nuevo tesoro: ya sea un viñedo centenario, un castillo medieval encaramado en una colina o un café acogedor donde el tiempo parece haberse detenido. Esta región, con su peculiar mezcla de influencias francesas y alemanas, no solo cautiva por sus paisajes dignos de postal, sino que atrapa el corazón con experiencias que despiertan todos los sentidos y permanecen grabadas en la memoria mucho después de haber regresado a casa.