120 millones de años atrás, enormes dinosaurios vagaban por lo que hoy conocemos como La Rioja española, dejando su huella —literalmente— en el paisaje. Este tesoro paleontológico, con más de 10.000 icnitas (huellas fosilizadas) distribuidas en 140 yacimientos, representa uno de los conjuntos más importantes del planeta. Sin embargo, a diferencia del abarrotado Parque Cal Orck’o en Bolivia, La Rioja ofrece una experiencia más íntima con estos gigantes prehistóricos, donde el tiempo parece haberse detenido.
El Valle de las Icnitas: un museo a cielo abierto
En el corazón de esta región vinícola se esconde una máquina del tiempo natural. El Valle de las Icnitas abarca más de 110 yacimientos donde los visitantes pueden contemplar las huellas de terópodos, saurópodos y ornitópodos que dominaron estas tierras durante el Cretácico Inferior. Un espectáculo comparable en magnitud a los fenómenos geológicos de Yellowstone, pero con significativamente menos turistas.
Enciso: la capital riojana del turismo jurásico
Este pequeño pueblo, similar a esos asentamientos españoles en acantilados, es el epicentro de la aventura paleontológica. Con más de 1.400 huellas catalogadas, Enciso alberga yacimientos como La Senoba, Navalsaz y Valdecevillo, donde algunas pisadas superan los 120 millones de años de antigüedad.
«Lo que hace único a Enciso es la concentración de huellas en perfecto estado. En pocos kilómetros puedes retroceder millones de años y caminar exactamente donde lo hicieron estos gigantes prehistóricos», explica Javier Martínez, paleontólogo local.
El Barranco Perdido: diversión jurásica para toda la familia
Este parque temático ubicado en una Reserva de la Biosfera UNESCO combina el aprendizaje con la aventura. Ofrece actividades de paleoaventura, un museo interactivo y réplicas de dinosaurios a tamaño real que harán las delicias de pequeños y mayores. A diferencia de los parques masificados, aquí la experiencia es más cercana y auténtica.
La Pellejera: tras las huellas del depredador
Cerca de Hornillos de Cameros se encuentra este yacimiento extraordinario que contiene el rastro más largo de un carnívoro en toda La Rioja: 40 huellas consecutivas de un mismo depredador. Una auténtica novela policíaca jurásica escrita en piedra que pocos turistas conocen.
Igea: el bosque petrificado
No solo de dinosaurios vive La Rioja paleontológica. En Igea se encuentra un espectacular árbol fósil de 10 metros, único en Europa. El Museo de la Era del Dinosaurio completa la visita con una colección envidiable de fósiles y recreaciones.
«Visitar estos yacimientos es como leer un libro donde cada huella cuenta una historia diferente sobre cómo era la vida hace millones de años», comenta María Sánchez, guía especializada en rutas paleontológicas.
Un viaje en el tiempo por tres rutas imprescindibles
Para los más aventureros, las rutas Cidacos, Alhama-Linares y Leza-Jubera ofrecen un recorrido por tesoros ocultos comparable a los templos egipcios menos transitados. La menos conocida, Leza-Jubera, es perfecta para observar huellas de herbívoros en Munilla, lejos de las multitudes.
Dónde dormir entre dinosaurios
El alojamiento rural en Enciso e Igea ofrece paquetes que incluyen entradas a museos y yacimientos. Una alternativa fascinante a los destinos turísticos convencionales, donde la densidad de patrimonio histórico rivaliza con las zonas arqueológicas irlandesas.
Consejos para paleontólogos aficionados
Visita estos yacimientos en primavera u otoño para evitar el calor extremo. Si viajas en verano, hazlo al amanecer o al atardecer. Lleva un filtro polarizador para tu cámara que te ayudará a captar mejor las huellas bajo la intensa luz solar. Y sobre todo, prepárate para un viaje donde la imaginación es tan importante como la evidencia científica.
Pisar La Rioja paleontológica es caminar literalmente sobre las huellas de la historia. En un mundo donde los destinos turísticos se vuelven cada vez más homogéneos, este rincón del norte de España ofrece algo verdaderamente único: la posibilidad de tocar con tus propias manos el legado de criaturas que dominaron la Tierra hace más de cien millones de años. ¿Estás listo para emprender este viaje al pasado más remoto?