Cada año, más de 30.000 tortugas verdes regresan a una remota playa de Omán para perpetuar un ritual ancestral que ha sobrevivido milenios. En el extremo oriental de la Península Arábiga, donde las arenas doradas del desierto se encuentran con las aguas turquesa del Mar Arábigo, el Sanctuaire des tortues de Ras al Jinz representa uno de los espectáculos naturales más impresionantes y menos conocidos del planeta.
La última gran guardería de tortugas verdes del Índico
Ubicada en las coordenadas 22.2311° N 59.7750° E, esta reserva natural protege aproximadamente 120 kilómetros cuadrados de playas, costas y fondos marinos que constituyen el mayor santuario de anidación de tortugas verdes en el Océano Índico. Cada noche, particularmente entre junio y septiembre, decenas de gigantes marinos emergen del océano para depositar cerca de 100 huevos cada una en la arena cálida antes de regresar al mar.
Un ritual nocturno de 120 millones de años
«Cuando ves a una tortuga marina de 150 kilos arrastrarse con determinación por la arena, cavando meticulosamente un nido perfecto bajo la luz de la luna, entiendes que estás presenciando algo que ha permanecido prácticamente inalterado desde la época de los dinosaurios», explica Mohammed Al-Araimi, guía local con 15 años de experiencia en la reserva.
Experiencia inmersiva bajo estricta protección
Las visitas nocturnas guiadas (21:00h) y matutinas (4:30h) permiten presenciar dos momentos mágicos: la llegada de las madres para desovar o el nacimiento de las diminutas crías luchando por alcanzar el mar. A diferencia de otros destinos turísticos, aquí la experiencia está rigurosamente controlada para garantizar el bienestar de estos reptiles marinos amenazados.
El misterioso GPS interno de las tortugas marinas
Una antigua leyenda omaní cuenta que las tortugas llevan dentro pequeños fragmentos de estas arenas doradas, que actúan como una brújula invisible guiándolas de regreso a su playa natal décadas después. La ciencia moderna ha descubierto que utilizan el campo magnético terrestre para orientarse, pero el misterio de su precisión para regresar exactamente a la misma playa sigue asombrando a los investigadores.
Más allá de las tortugas: un tesoro cultural
La cercana ciudad de Sur, famosa por sus astilleros tradicionales de dhows (embarcaciones árabes), complementa la experiencia natural con un rico patrimonio marítimo. Esta región de Ash Sharqiyah conserva intactas tradiciones omaníes centenarias, creando un puente entre la conservación marina y el legado cultural.
«Nuestros abuelos observaban a las tortugas como señales de navegación y buen augurio. Hoy entendemos que somos sus guardianes, no solo por su valor ecológico sino porque forman parte de nuestra identidad como pueblo del mar», comparte Aisha Al-Hajri, conservacionista local.
Dormir junto al santuario: alojamiento eco-consciente
El Ras Al Jinz Turtle Reserve Centre ofrece habitaciones confortables y eco-tiendas a pocos pasos de la playa de anidación. A diferencia de los lujosos resorts de otras zonas turísticas de Omán, aquí la experiencia se centra en la inmersión natural y la sostenibilidad, con iluminación tenue para no perturbar a las tortugas.
El dilema del turismo y la conservación
Como ocurre en el Santuario de Elefantes en Tailandia, Ras al Jinz enfrenta el reto de equilibrar la experiencia turística con la preservación. Los guías limitan estrictamente el uso de linternas (solo luz roja permitida) y mantienen a los visitantes a distancia respetuosa para minimizar el estrés en las tortugas.
Maravillas acuáticas cercanas
Los arrecifes próximos ofrecen excelentes oportunidades para snorkel y buceo, con aguas cristalinas que recuerdan remotamente la icónica Blue Lagoon de Islandia, aunque con temperaturas considerablemente más cálidas y un ecosistema completamente distinto.
Cuando visitar: el ciclo perfecto
Si bien las tortugas llegan durante todo el año, el período de junio a septiembre ofrece las mayores probabilidades de avistar numerosos ejemplares. Las reservas deben hacerse con semanas de antelación, especialmente durante la temporada alta, ya que el número de visitantes está estrictamente limitado.
Ras al Jinz representa un ejemplo extraordinario de cómo el ecoturismo puede contribuir directamente a la conservación de especies amenazadas. Al igual que los majestuosos Fiordos Noruegos o la impresionante Cueva Son Doong en Vietnam, este santuario nos recuerda la fragilidad y la resistencia simultáneas de nuestro planeta, ofreciendo una ventana privilegiada a uno de los ciclos vitales más antiguos de la Tierra.