Esta catarata africana genera un rugido audible a 40 km y permite nadar al borde de sus 108 metros de caída (el misterioso «humo que truena» entre dos países)

Entre la frontera de Zambia y Zimbabwe, donde la fuerza salvaje del río Zambezi se precipita abruptamente 108 metros hacia el abismo, se esconde uno de los espectáculos naturales más impresionantes del planeta. Las Cataratas Victoria —o «Mosi-oa-Tunya» (el humo que truena)— generan un rugido que puede escucharse a 40 kilómetros de distancia y producen una columna de vapor que se eleva 400 metros hacia el cielo africano.

El telón de agua más grande del mundo

Con 1.7 kilómetros de ancho, estas cataratas forman el telón de agua más extenso del mundo. La fuerza del Zambezi se desploma por un precipicio de basalto negro, creando 16 puntos de caída que alimentan un estrecho cañón zigzagueante. Durante la temporada de lluvias (febrero-mayo), más de 500 millones de litros de agua caen por minuto, mientras que en la estación seca (septiembre-diciembre) el caudal disminuye exponencialmente.

Dos países, dos experiencias radicalmente distintas

Situada en la frontera natural entre dos naciones, cada lado ofrece una perspectiva única de este coloso acuático. Desde Zimbabwe, los visitantes disfrutan de vistas frontales impresionantes de la cascada principal. En cambio, Zambia brinda una experiencia más cercana e interactiva, permitiendo nadar en el legendario «Devil’s Pool» durante la temporada seca.

«Cuando el nivel del agua baja, se forma una piscina natural justo al borde del precipicio. Es la experiencia más adrenalínica que puedes imaginar: flotar a centímetros del abismo mientras contemplas el vacío de 108 metros bajo tus pies», explica Mutsa Chasi, guía local con 15 años de experiencia.

La isla donde Livingstone vio el «humo» por primera vez

En noviembre de 1855, el explorador escocés David Livingstone se convirtió en el primer europeo en contemplar las cataratas desde lo que hoy conocemos como Livingstone Island. Maravillado por su magnitud, escribió: «Escenas tan hermosas debieron ser contempladas por los ángeles en su vuelo». Esta pequeña isla, accesible únicamente durante la temporada seca, sigue siendo uno de los puntos más privilegiados para admirar la inmensidad del salto de agua.

El microclima que creó una selva en medio del desierto

El fenómeno más sorprendente de las Victoria Falls es probablemente su «selva de lluvia». La constante bruma generada por el impacto del agua ha creado un ecosistema tropical de 200 hectáreas en una región predominantemente árida. Especies como la palmera de lluvia, el ébano africano y el palo de lluvia prosperan aquí, junto con aves y mariposas que no se encuentran en ningún otro lugar de la región.

«Es como si las cataratas hubieran dibujado un oasis perfecto en medio de la sabana. Se siente como entrar en otro mundo cuando la niebla te envuelve y escuchas el rugido constante del agua», relata Noma Ndlovu, botánica especializada en ecosistemas del Zambezi.

Más allá de las cascadas: una conexión con lo primitivo

Aunque muchos visitantes vienen atraídos por las impresionantes Victoria Falls en Livingstone, la región ofrece experiencias tan memorables como un crucero por el Nilo pero por el poderoso Zambezi, explorando hábitats de hipopótamos y cocodrilos mientras el sol africano tiñe de oro las aguas.

Los amantes de los paisajes extremos encontrarán similitudes con el Desierto de Atacama en Chile en los magníficos cielos estrellados que cubren esta región apartada de África, donde la contaminación lumínica es prácticamente inexistente.

Para los entusiastas de yacimientos arqueológicos como Tulum: ruinas mayas, el Museo Livingstone ofrece un fascinante recorrido por herramientas prehistóricas descubiertas en la región, revelando 3,000 años de historia humana junto a las cataratas.

Si prefieres los ecosistemas únicos como el Parque Nacional de los Everglades, el cercano Parque Nacional Mosi-oa-Tunya alberga rinocerontes blancos y jirafas en libertad, perfectamente observables en safaris matutinos.

Pararse frente a esta imponente cortina de agua es confrontar lo primitivo que habita en nosotros. Es recordar que, en un mundo cada vez más digitalizado, aún existen lugares donde la naturaleza dicta sus propias reglas con una fuerza primigenia e indómita que nos deja, simplemente, sin aliento.