Crema de remolacha: 3 trucos de chef para transformar esta raíz en terciopelo púrpura

El primer recuerdo que tengo de la crema de remolacha proviene de mi abuela materna. En aquellas tardes frías de invierno, su cocina se transformaba en un refugio de aromas terrenales mientras ella, con manos expertas, convertía simples raíces en una sinfonía de sabores aterciopelados. «La remolacha es la joya olvidada de la tierra», solía decirme mientras observaba ese líquido carmesí burbujear suavemente. Lo que más me fascinaba era cómo completaba esta creación con pequeños dados de queso frito, que flotaban como tesoros dorados sobre la superficie purpúrea. 🍵

La historia detrás de la Crema de Remolacha con Croutons de Queso 📖

Este plato representa la ingeniosa fusión entre necesidad y creatividad de la cocina tradicional europea. Las remolachas, abundantes en las despensas invernales, se convirtieron en la base perfecta para sopas nutritivas cuando otros vegetales escaseaban. Al igual que en la sopa de calabacín, donde las verduras se transforman en terciopelo líquido, la remolacha nos ofrece una textura similar pero con un carácter totalmente diferente. Los croutons de queso, por su parte, nacieron como forma de aprovechar quesos endurecidos y pan del día anterior, transformando «sobras» en el elemento estrella del plato. 🧀

Ingredientes esenciales 🧾

Para 4 personas necesitarás:

  • 800g de remolacha fresca (mejor que la cocida)
  • 1 patata mediana (180g) – aporta cremosidad natural
  • 1 cebolla mediana (150g)
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • 1 litro de caldo de verduras (o agua + 1 pastilla)
  • Sal y pimienta negra recién molida
  • 50ml de nata para cocinar (opcional)
  • Para los croutons: 150g de queso curado tipo manchego o idiazábal
  • 1 huevo batido
  • 100g de pan rallado
  • Aceite para freír

Instrucciones paso a paso 📝

1. Prepara las verduras: Pela las remolachas y córtalas en cubos de 2cm. Ten cuidado, pueden manchar; usa guantes si es necesario. Pela y trocea la patata utilizando la técnica del «chascado» (rompiéndola con el cuchillo en lugar de cortarla) como en el pisto manchego tradicional para liberar más almidón y conseguir mayor cremosidad.

2. Sofríe la base aromática: En una olla amplia, calienta el aceite a fuego medio y añade la cebolla picada finamente. Cocina por 5 minutos hasta que esté translúcida pero no dorada. Agrega el ajo picado y cocina 1 minuto más hasta percibir su aroma.

3. Incorpora las remolachas: Añade los cubos de remolacha y patata. Rehoga durante 3-4 minutos, moviéndolos constantemente. Este paso es crucial, similar a lo que hacemos en el risotto de hongos, sellando los ingredientes antes de añadir el líquido para preservar sabores.

4. Cocina a fuego lento: Vierte el caldo caliente, añade sal y pimienta. Lleva a ebullición, luego reduce a fuego lento y cocina sin tapar durante 30-35 minutos, hasta que las remolachas estén completamente tiernas al pincharlas.

5. Tritura hasta obtener seda líquida: Retira del fuego y deja templar 10 minutos. Procesa con batidora de inmersión hasta conseguir una textura aterciopelada. Si deseas más cremosidad, incorpora la nata y vuelve a mezclar.

6. Prepara los croutons de queso: Mientras la sopa se enfría, corta el queso en cubos de 1cm. Pásalos por huevo batido y luego por pan rallado, presionando ligeramente para que se adhiera bien.

7. Fríe los croutons: Calienta abundante aceite a 180°C (similar a la temperatura que usarías para la base de una quiche Lorraine clásica). Fríe los cubos de queso hasta que estén dorados y crujientes, aproximadamente 45 segundos. Retíralos con una espumadera y escúrrelos sobre papel absorbente.

📌 Nota del Chef: El secreto de esta receta está en el contraste de temperaturas y texturas. La crema debe servirse caliente pero no hirviendo, mientras que los croutons deben añadirse justo antes de servir para mantener su crujiente exterior. Es como la magia que ocurre en una tarta de manzana caramelizada donde el contraste entre el hojaldre crujiente y el interior suave crea una experiencia sensorial extraordinaria.

Técnicas secretas del chef 🤫

Para elevar esta receta al siguiente nivel, te comparto tres secretos profesionales:

1. Asar vs. hervir: Si tienes tiempo extra, asa las remolachas envueltas en papel de aluminio a 180°C durante 1 hora antes de pelarlas y añadirlas a la sopa. Esto concentra sus azúcares naturales, creando un sabor más profundo e intenso.

2. Acidez equilibrante: Añade una cucharadita de vinagre de manzana o zumo de limón fresco justo antes de servir. Este toque ácido contrarresta la dulzura natural de la remolacha y equilibra perfectamente el perfil del plato.

3. Doble empanado: Para croutons de queso ultra-crujientes, haz un doble empanado (huevo-pan-huevo-pan). Aunque requiere más trabajo, el resultado es una capa exterior extraordinariamente crujiente que contrasta maravillosamente con la cremosidad de la sopa.

Consejos de presentación y servicio 🍽️

Sirve la crema en tazones calientes, colocando los croutons de queso en el centro como una isla dorada sobre el mar purpúreo. Añade un hilo de crema fresca o yogur griego formando espirales, y finaliza con un toque de cebollino picado o microbrotes.

Para una sustitución inteligente, si no consumes lácteos, puedes reemplazar los croutons de queso por cubos de tofu firme empanados y fritos con las mismas especificaciones. El resultado es igualmente satisfactorio aunque con un perfil de sabor más sutil.

En mi restaurante, servimos esta crema con una cucharada de crème fraîche infusionada con ralladura de naranja, lo que aporta un contrapunto cítrico que eleva toda la composición. Pruébalo y me contarás. Después de todo, cocinar no es solo alimentar el cuerpo, sino también el alma y los recuerdos. Como siempre digo a mis estudiantes: «La técnica te hace cocinero, pero la pasión te convierte en chef». ¡Disfruta el proceso tanto como el resultado! 💖