Artrosis vs. artritis: así descubrí la diferencia que cambió mi diagnóstico (y cómo 3 ejercicios redujeron mi dolor un 40%)

¿Qué diferencia artrosis de artritis? Estas condiciones articulares comparten similitudes pero esconden diferencias cruciales que determinan su diagnóstico y tratamiento. Mientras ambas provocan dolor, sus mecanismos, síntomas y abordajes terapéuticos difieren sustancialmente. Descubramos los secretos de estas dolencias que afectan a millones de personas en España y cómo distinguirlas correctamente.

Causas: el origen de la confusión

La artrosis es fundamentalmente un proceso degenerativo relacionado con el desgaste del cartílago articular. «La artrosis es como el desgaste de los neumáticos de un coche tras años de uso», explica la Dra. Carmen Vázquez, reumatóloga del Hospital La Paz de Madrid.

En contraste, la artritis es una inflamación de la membrana sinovial, frecuentemente asociada a trastornos autoinmunes. «En la artritis, el sistema inmune ataca erróneamente los tejidos articulares, como un sistema de alarma que se dispara sin motivo», señala el Dr. Miguel Fernández, especialista en Medicina Interna.

Síntomas reveladores: claves para diferenciarlas

El dolor mecánico característico de la artrosis aparece con el movimiento y mejora con el reposo. Muchos pacientes experimentan rigidez matutina breve y crujidos articulares. El calentamiento adecuado puede reducir significativamente este malestar.

La artritis presenta un dolor inflamatorio que paradójicamente empeora con el reposo y se acompaña de:

  • Hinchazón articular visible
  • Enrojecimiento y calor local
  • Rigidez matutina prolongada (superior a 1 hora)
  • Posibles síntomas sistémicos (fatiga, fiebre)

Articulaciones afectadas: mapas corporales diferentes

La distribución anatómica ofrece pistas diagnósticas valiosas. La artrosis suele concentrarse en articulaciones que soportan peso (rodillas, caderas) y manos, especialmente en las articulaciones distales. Ejercicios específicos pueden mejorar la movilidad dorsal afectada.

La artritis, particularmente la reumatoide, afecta típicamente a articulaciones de forma simétrica, comenzando por las pequeñas articulaciones de manos y pies, con un patrón diferente al de la artrosis.

Tratamientos: abordajes personalizados

Los tratamientos para la artrosis se centran en:

  • Analgésicos como paracetamol para dolor leve-moderado
  • Antiinflamatorios (ibuprofeno) para episodios inflamatorios
  • Fisioterapia y ejercicio adaptado
  • Control de peso para reducir la carga articular

Los ejercicios de bajo impacto pueden reducir significativamente el dolor sin necesidad de recurrir a medicamentos en algunos casos.

La artritis requiere un enfoque más complejo dirigido a la causa subyacente, incluyendo fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad, corticoides e inmunosupresores en casos severos.

Nutrición: el aliado terapéutico en ambas condiciones

La alimentación juega un papel crucial en el manejo de estas patologías. Ciertos superalimentos pueden reducir significativamente la inflamación crónica, beneficiando especialmente a quienes padecen artritis.

Rosa Martínez, de 62 años, vio mejorada su calidad de vida tras incorporar omega-3 y antioxidantes: «El cambio en mi dieta redujo la inflamación que ningún medicamento había conseguido controlar completamente».

Ejercicio físico: medicina en movimiento

El ejercicio adaptado resulta fundamental en ambas condiciones, aunque con enfoques distintos. El entrenamiento cardiovascular controlado, como el spinning adaptado, puede aliviar notablemente la artrosis de cadera.

¿El movimiento puede transformar realmente el pronóstico de estas enfermedades? Absolutamente. El ejercicio adecuado fortalece la musculatura periarticular, mejora la lubricación articular y reduce el dolor, convirtiéndose en una potente herramienta terapéutica que empodera a quienes sufren estas condiciones.