El cielo naranja incendia el horizonte mientras las aguas turquesas besan suavemente la orilla dorada. En este rincón místico de Ibiza, donde pequeñas islas salpican el horizonte como guardianes silenciosos, descansa Cala Comte – posiblemente el teatro natural más espectacular para contemplar cómo el sol se despide cada día sobre el Mediterráneo.
El tesoro de tres calas que hipnotiza a fotógrafos y soñadores
Cala Comte (o Cala Conta) no es una sola playa, sino un conjunto de tres pequeñas calas conectadas que forman un paraíso fragmentado en la costa occidental ibicenca. Cada una posee personalidad propia: la principal con arena fina y dorada, otra más tranquila perfecta para familias, y Cala Escondida, donde los más libres practican el naturismo entre formaciones rocosas casi escultóricas.
«Cuando el sol comienza a descender, este lugar se transforma en un cuadro viviente donde cielo, mar y tierra parecen fundirse en tonalidades imposibles», comenta María, fotógrafa local que lleva 15 años inmortalizando atardeceres en la isla.
Un lienzo de aguas cristalinas que cambian del turquesa al zafiro
Las aguas de Cala Comte son un fenómeno cromático. Cristalinas y poco profundas cerca de la orilla, adquieren tonalidades que van desde el verde esmeralda hasta el azul cobalto conforme avanzas. Esta transparencia ha convertido el lugar en un paraíso para los amantes del snorkel, que exploran un ecosistema marino sorprendentemente rico a pocos metros de la costa.
Los más aventureros pueden alquilar kayaks para acercarse a islotes como Illa des Bosc o Sa Conillera, donde las aguas turquesa cristalinas rivalizan con cualquier paraíso caribeño, pero con ese toque mediterráneo inconfundible que solo Baleares ofrece.
El ritual del sunset en Sunset Ashram
Si existe un templo contemporáneo para adorar al sol, ese es Sunset Ashram. Este legendario club de playa se alza sobre las rocas entre dos calas, ofreciendo una perspectiva privilegiada del espectáculo solar. La fusión de gastronomía mediterránea y asiática se complementa con sesiones de DJ que sinconizan sus ritmos con la caída del sol.
«No vendemos comida y bebida; ofrecemos momentos que la memoria guarda para siempre», explica Ramón, uno de los camareros veteranos del establecimiento.
Un secreto a voces que se llena pronto
A pesar de su belleza indiscutible, Cala Comte tiene un inconveniente: su popularidad. Durante julio y agosto, llegar después de las 11 am prácticamente garantiza no encontrar sitio en el aparcamiento. Los visitantes más experimentados prefieren explorar esta joya mediterránea en junio o septiembre, cuando el clima sigue siendo perfecto pero las multitudes disminuyen considerablemente.
Cómo llegar al edén ibicenco
Situada a unos 15 minutos en coche desde San Antonio, Cala Comte es accesible por carretera siguiendo indicaciones hacia Cala Conta. Durante la temporada alta, autobuses regulares (línea L4) conectan San Antonio con la playa. Para los más románticos, existen excursiones en barco que permiten contemplar la costa como un anfiteatro natural desde el mar.
Entre lo salvaje y lo sofisticado
Lo fascinante de Cala Comte es su equilibrio entre naturaleza y servicios. Aunque cuenta con comodidades como tumbonas, sombrillas y restaurantes, mantiene un aire salvaje gracias a sus formaciones rocosas y vegetación autóctona. A diferencia de otras playas españolas con vestigios históricos, aquí el protagonista es exclusivamente el paisaje natural en su expresión más pura.
Para aquellos que buscan experiencias menos concurridas, el cercano Racó d’en Xic ofrece una intimidad que recuerda a las playas salvajes canarias, aunque sin sus imponentes montañas ni oleaje peligroso. Esta pequeña cala vecina preserva la esencia de la Ibiza menos comercial.
Cuando el último rayo de sol desaparece en el horizonte y el cielo se tiñe de púrpuras y naranjas imposibles, entiendes por qué Cala Comte es considerada un santuario para los cazadores de atardeceres. En ese momento mágico, mientras las primeras estrellas comienzan a brillar y las siluetas de los islotes se funden con la noche naciente, comprendes que has presenciado una de las ceremonias naturales más hermosas del Mediterráneo.