Cala Macarella: El paraíso turquesa escondido en Menorca que cada vez más viajeros descubren
Un rincón mediterráneo de película que cautiva a primera vista
En la costa sur de Menorca descansa un tesoro natural de extraordinaria belleza que parece sacado de un sueño caribeño pero con sello mediterráneo. Cala Macarella, con sus impresionantes aguas color turquesa cristalino y arena blanca aterciopelada, se ha convertido en uno de los destinos más fotografiados de las Baleares. Rodeada por acantilados de caliza de hasta 30 metros de altura y abrazada por un denso bosque de pinos, esta cala forma parte de un Área Natural de Especial Interés que protege su biodiversidad excepcional.
«Macarella es mágica porque combina todos los elementos que hacen única a Menorca: aguas puras, naturaleza intacta y ese silencio que solo encuentras cuando el entorno está verdaderamente protegido», explica María Seguí, bióloga marina local.
La joya turquesa que respira bajo el agua
Lo que muchos visitantes desconocen es que bajo sus transparentes aguas se extiende un verdadero tesoro ecológico: extensas praderas de posidonia oceánica, una planta marina que purifica el agua otorgándole ese color turquesa intenso y alberga innumerables especies marinas. Este ecosistema submarino convierte a Cala Macarella en un paraíso para los amantes del snorkel, donde nadadores de todos los niveles pueden contemplar peces multicolores entre formaciones rocosas esculpidas por el mar.
Dos calas por el precio de una: la hermana secreta
A apenas 10 minutos caminando por un sendero costero, se encuentra su hermana menor y más íntima: Cala Macarelleta. Esta pequeña cala, aún más recogida, ofrece un ambiente algo más tranquilo y un encanto especial que complementa perfectamente la experiencia. El paseo entre ambas calas, bordeando acantilados con vistas panorámicas al Mediterráneo, es parte imprescindible de la visita, comparable al recorrido que muchos hacen en los Lagos de Plitvice, aunque en versión mediterránea.
Cómo llegar y cuándo visitar: las claves para una experiencia perfecta
Situada a unos 14 kilómetros de Ciutadella, Macarella ha implementado un sistema sostenible de acceso durante el verano. Entre junio y septiembre, la regulación limita el acceso en vehículo privado, priorizando un autobús oficial desde Ciutadella que preserva el entorno natural y evita la sobresaturación. Los más aventureros pueden optar por recorrer el histórico Camí de Cavalls, un sendero centenario que bordea toda la isla y ofrece vistas espectaculares.
«El amanecer en Macarella te hace entender por qué los antiguos navegantes creían que estas costas eran puertas a otros mundos. La luz dorada sobre el agua turquesa crea un espectáculo casi místico», relata Antonio Mercadal, fotógrafo local.
Un paisaje que inspira a científicos y cineastas
La extraordinaria formación geológica de Macarella, con sus impresionantes acantilados blancos y cuevas marinas, no solo atrae a turistas sino también a geólogos y cineastas. Al igual que las Bardenas Reales ha sido escenario de películas, Macarella ha aparecido en numerosos anuncios publicitarios y producciones que buscan ese azul imposible que parece retocado pero es completamente natural.
La leyenda del tesoro sumergido
Los lugareños cuentan que en una de las cuevas submarinas cercanas a Macarella se esconde un tesoro pirata nunca encontrado. Según la tradición oral, un corsario berberisco ocultó su botín en una gruta solo accesible durante la marea baja. Aunque los historiadores desmienten esta historia, los buceadores siguen fascinados explorando las numerosas cavidades submarinas que salpican los acantilados de la cala.
Un futuro comprometido con la preservación
Macarella enfrenta el desafío de equilibrar su creciente popularidad con la conservación de su esencia natural. Similar a la protección implementada en la Gran Barrera de Coral, las autoridades menorquinas han establecido medidas como la prohibición de anclar sobre posidonia y la limitación de visitantes para preservar este tesoro natural para las generaciones futuras.
Este rincón del Mediterráneo, que combina la grandiosidad natural con la rica historia cultural tan característica como la que encontramos en la Mezquita-Catedral de Córdoba, representa lo mejor de Menorca: un equilibrio entre belleza natural accesible y conservación responsable. Visitar Cala Macarella no es solo disfrutar de una playa paradisíaca, sino también contribuir a un modelo turístico que pretende preservar estos tesoros para que sigan maravillando a generaciones de viajeros.