Esta cascada oculta en la selva cae desde 979 metros y emerge de una meseta formada hace 2.000 millones de años (los indígenas la consideran sagrada)

La cascada más alta del mundo se esconde en la selva venezolana, donde el agua cae libremente por casi un kilómetro desde una meseta ancestral formada hace más de dos mil millones de años. El Salto Ángel (Kerepakupai Vená en lengua pemón) no es solo un récord mundial con sus impresionantes 979 metros de altura, sino también un viaje al corazón salvaje de Sudamérica que desafía a los aventureros más determinados.

Un coloso acuático en el mundo perdido

Ubicado en el Parque Nacional Canaima, Patrimonio de la UNESCO desde 1994, el Salto Ángel emerge majestuoso desde la cima del Auyantepui. Este gigantesco tepuy (montaña de cima plana) parece flotar entre nubes, creando un paisaje que inspiró «El Mundo Perdido» de Arthur Conan Doyle y, más recientemente, la aventura animada «Up» de Pixar.

«Cuando ves el Salto Ángel por primera vez, el tiempo se detiene. El rugido del agua cayendo desde el cielo te conecta con algo primordial, algo que existía mucho antes que nosotros», explica Carlos Ramírez, guía pemón con 20 años conduciendo expediciones al pie de la cascada.

La odisea para llegar al gigante

Alcanzar esta maravilla natural requiere determinación. El viaje comienza con un vuelo desde Caracas hasta Canaima, seguido por una navegación de 4 horas en curiaras (canoas tradicionales) a través de rápidos y aguas tranquilas. La expedición completa dura entre 3 y 4 días, incluyendo noches en campamentos selváticos donde las hamacas suspendidas entre árboles son tu única barrera contra la vida salvaje.

El verdadero espectáculo: la temporada de lluvias

Entre mayo y noviembre, durante la temporada húmeda, el Salto Ángel alcanza su máximo esplendor. El agua se precipita con tanta fuerza que antes de tocar el suelo se convierte en una fina niebla. Los locales llaman a este fenómeno «lluvia eterna», creando arcoíris perpetuos que danzan alrededor de la cascada.

Si buscas otras maravillas acuáticas, esta playa caribeña cerca de Cartagena ofrece un contraste perfecto con su arena que parece polvo de estrellas.

Los guardianes ancestrales de la cascada

La comunidad indígena pemón ha habitado estas tierras durante milenios. Para ellos, Kerepakupai Vená («salto del lugar más profundo») es sagrado, un sitio donde los espíritus de los antepasados habitan entre la niebla perpetua. Estos guardianes comparten generosamente su conocimiento con los visitantes, enseñando sobre plantas medicinales y narrando leyendas sobre la formación de los tepuyes.

«Nuestros abuelos decían que cada gota que cae del Kerepakupai contiene el espíritu de un ancestro que regresa a la tierra», comparte María Fernández, anciana de la comunidad Kamarata.

Un ecosistema único en el planeta

El aislamiento evolutivo de los tepuyes ha creado ecosistemas únicos con especies que no existen en ningún otro lugar del mundo. Similar a este valle escondido en California con sus extraordinarios colores y condiciones extremas, el entorno del Salto Ángel es un laboratorio natural que continúa sorprendiendo a científicos.

Explorando la base del coloso

Tras navegar río arriba y caminar por senderos selváticos, el premio mayor aguarda: la piscina natural formada al pie de la cascada. Pocos lugares en el mundo ofrecen una experiencia tan íntima con una maravilla natural de esta magnitud. El contraste entre la inmensidad del salto y la tranquilidad de la selva crea una experiencia sensorial abrumadora.

Para los amantes de experiencias exclusivas, este destino recuerda a esta playa oculta del Índico que solo permite 30 visitantes al día, preservando así su belleza virgen.

El legado de Jimmie Angel

Aunque conocida por indígenas desde tiempos inmemoriales, la cascada recibió su nombre occidental por el aviador estadounidense Jimmie Angel, quien aterrizó en la cima del Auyantepui en 1937. Su avioneta quedó atrapada, forzándolo a descender a pie, convirtiéndose involuntariamente en el primer occidental en contemplar la cascada desde abajo.

La experiencia definitiva: lluvias y cataratas

Si te fascinan los paisajes donde el agua domina el entorno, este paraíso escondido entre fiordos con sus montañas transformadas en cataratas vivientes complementaría perfectamente tu búsqueda de fenómenos acuáticos espectaculares.

El Salto Ángel no es simplemente un destino; es un viaje transformador que desafía las expectativas y reconecta al viajero con la grandeza primordial de nuestro planeta. Aquellos que se aventuran hasta sus profundidades selváticas regresan cambiados, portadores de historias que, como la misma cascada, parecen demasiado grandiosas para ser reales.