Esta antigua ruta caravanera esconde catedrales azul turquesa donde Marco Polo comerció con especias (y solo 1 de cada 10.000 occidentales la visita hoy)

Uzbekistán guarda el secreto mejor guardado de Asia Central: un viaje por la antigua Ruta de la Seda que transporta a los viajeros a un mundo de cúpulas azules, bazares milenarios y palacios dignos de «Las mil y una noches». A diferencia de destinos saturados como Estambul o Dubái, aquí te espera un tesoro cultural donde apenas verás turistas occidentales, permitiéndote experimentar la verdadera esencia de Asia Central en ciudades como Tashkent, Samarcanda y Bujará.

Un desierto de azul turquesa y oro

El primer impacto visual al recorrer la Ruta de la Seda en Tashkent y sus ciudades hermanas es el contraste entre el desierto árido y el brillo hipnótico de las madrasas cubiertas de mosaicos azul turquesa y dorados. La Plaza Registán en Samarcanda, flanqueada por tres imponentes escuelas coránicas del siglo XV, representa la joya arquitectónica de Asia Central.

Bazares donde el tiempo se detuvo

Los mercados uzbekos no son simples atracciones turísticas, sino centros vibrantes donde la vida local sigue desarrollándose como hace siglos. En el Bazar Siab de Samarcanda, comerciantes con turbantes negocian especias, sedas y artesanía con la misma intensidad que sus antepasados. El aroma del pan recién horneado en hornos tandyr tradicionales impregna cada rincón.

«Nuestros bazares no han cambiado en esencia desde tiempos de Marco Polo. La única diferencia es que ahora algunos vendedores aceptan tarjetas de crédito», bromea Jamshid, guía local en Samarcanda.

El metro soviético que era ilegal fotografiar

Uno de los tesoros ocultos de Tashkent es su espectacular sistema de metro, considerado el más bello de Asia Central. Hasta 2018, estaba prohibido fotografiar estas estaciones palaciegas decoradas con majestuosos candelabros, mosaicos y mármol, al considerarse instalaciones militares secretas durante la era soviética.

Noches mágicas en el desierto de Kyzyl Kum

Entre Samarcanda y Bujará se extiende el desierto de Kyzyl Kum, donde los viajeros pueden experimentar una noche en yurtas tradicionales bajo un manto de estrellas que rivaliza con cualquier espectáculo astronómico del mundo. Al anochecer, los ancianos del desierto preparan fogatas para compartir historias milenarias y música folk con instrumentos de cuerda.

La cocina nómada que conquistó imperios

El plov, plato nacional uzbeko, es mucho más que arroz con cordero. Cada región tiene su variante, y su preparación es casi ceremonial. En Samarcanda, se añaden garbanzos y pasas, mientras que en Bujará se incluyen especias exóticas como el comino negro y pétalos de rosa.

«Si no has probado el plov preparado en un kazan tradicional al aire libre, no has experimentado Uzbekistán», explica Malika, chef de un restaurante familiar en Bujará.

El último bastión de la artesanía tradicional

A diferencia de otros tesoros asiáticos que desaparecerán en una década, aquí la artesanía tradicional permanece viva. En los callejones de Khiva y Bujará, talleres familiares producen cerámica, grabados en madera y textiles siguiendo técnicas transmitidas durante 30 generaciones. La seda ikat uzbeka, con sus patrones difuminados, es reconocida como una de las más refinadas del mundo.

Un país sorprendentemente accesible

Lo que muchos viajeros desconocen es que Uzbekistán es extraordinariamente accesible. Desde 2018, ciudadanos de numerosos países pueden obtener visados electrónicos o incluso entrar sin visado. El tren de alta velocidad Afrosiyob conecta las principales ciudades, ofreciendo un confort superior al de muchos trenes europeos.

El secreto mejor guardado: la observación astronómica

Si buscas experiencias comparables a las del reino olvidado del Himalaya con lagos turquesa, la astronomía uzbeka te sorprenderá. El observatorio de Ulugbek en Samarcanda, construido en 1420, fue el más avanzado de su época. Hoy, tours nocturnos organizados por astrónomos locales permiten observar las mismas constelaciones que guiaron a las caravanas de camellos hace siglos.

Uzbekistán representa una alternativa fascinante a destinos saturados como el paraíso de estupas milenarias en Myanmar o el último santuario tibetano del Himalaya. Aquí, la magia de la Ruta de la Seda sigue intacta, esperando ser descubierta por viajeros dispuestos a aventurarse más allá de los destinos convencionales. En sus calles medievales y palacios centelleantes, no solo descubrirás la historia de una ruta comercial legendaria, sino también el espíritu acogedor de un pueblo que ha estado recibiendo viajeros desde el amanecer de la civilización.